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domingo, 2 de septiembre de 2012

"AUSCHWITZ" AÚN VIVE EN ARGENTINA

 "AUSCHWITZ" AÚN VIVE EN ARGENTINA



¿Se acuerdan ustedes de aquellos terribles hechos ocurridos en en la II Guerra Mundial  más conocidos como la "Solución Final"? Quizás lo vean lejano a pesar de que el tiempo todavía conserva en vida  a algunas de sus víctimas, pero, ¿y si ese pasado siguiese vivo en otra parte del mundo y no fuese todo lo conocido que desearíamos para intervenir? Hace años que escribí un artículo bajo un título parecido al  que hoy presento con éste, y es que me he visto en la necesidad de volver a reescribir lo que en su día posiblemente pasase desapercibido. Señores, en pleno siglo XXI aún sigo sin creer que aquellos campos, en otra versión de lo que fueron, sigan más vivos que nunca.


Actualmente en Argentina, desde muchos años atrás, existen los llamados "campos infantiles de la muerte" donde niños de siete a quince años de edad viven intoxicados con el letal insecticida apto para el cultivo de soja: el RAMDAP. Los "Auschwitz" argentinos se encuentran actualmente en plena actividad, instalados en el norte de la provincia de Santa Fe, a unos quinientos kilómetros de Buenos Aires, sede de un supuesto democrático  Gobierno Nacional que, teniendo conocimiento de ello, mira hacia otro lado, quizás con el fin diabólico de exterminio de estos niños. ¡Dios mio! ¿En qué mundo vivimos?



En una entrevista a uno de estos niños intoxicado por el RAMDAP podemos conocer el horror y la miseria con el que han de vivir cada día al margen de la sociedad y olvidados por sus políticos:

          Entre varios de nosotros ayudamos a cargar el tanque con veneno y, cuando hay viento, nos mojamos toda la cara, lo que a veces me produce dolor de cabeza, aún habiéndome cubierto lo mejor posible. Cobramos entre veinte y veinticinco centavos (0,0033) la hectárea. Con el "mosquito", un avioneta, se fumigan hasta 150 diarias, donde los niños hacemos de "banderilleros", uno para la ida y otro para la vuelta, desde que sale el sol hasta la nochecita. Con el calor solar, y rociados con ese líquido, se nos revienta la cabeza, mientras caminamos sin descanso todo el día.


        Trabajamos unos cuatro o cinco años seguidos hasta que nos ataca el cáncer, muriendo con el tiempo la mayoría de nosotros.


Tras estas duras declaraciones uno se pregunta por qué el hombre sigue permitiendo este tipo de abusos o cualquiera de los que pueda ocurrir en otras partes del mundo. Hoy quiero dejar de hablar del pasado para adentrarme en el presente y analizar nuestro futuro que, lejos de parecer pacífico, cada día se encuentra  un poco más sometido al despotismo político y al surrealismo ideológico.

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